La Torre de la Atalaya, más conocida por el nombre de Torre de Espantaperros, es la torre albarrana más destacada de la alcazaba de Badajoz y un monumento representativo de la ciudad. También es una de las obras más monumentales que los musulmanes hicieron en Extremadura. Se la llama Torre de Espantaperros por el agudo sonido de la campana que antiguamente existía en el cuerpo de ladrillo que la termina, fue añadida en el siglo XVI y actualmente no existe. La torre se parece mucho a la Torre del Oro de Sevilla pero la torre pacense se construyó 50 años antes, por eso se piensa que la torre sevillana tomó referencia de la Torre de Espantaperros.
Torre de Espantaperros, Badajoz |
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Entrada al segundo piso de la Torre de Espantaperros |
Fue construida por los almohades en el año 1170, construida por materiales como la argamasa y el tapial, tiene 30 metros de altura y una planta octogonal rematada por un cuerpo cuadrangular, adelantado unos 25 metros sobre la cerca principal, a la que se comunica con un lienzo de muralla. Se divide en tres cuerpos, el cuerpo inferior macizo, el central que es hueco y tiene dos pisos y una terraza con almenas.
Sobre la terraza sobresale un cuerpo hecho de ladrillo, de planta cuadrada y 8,5 metros de altura, este cuerpo fue añadido en el siglo XVI. El cuerpo tiene cuatro arcos, los dos inferiores son semicirculares y los dos superiores lobulados, estos arcos salen de pilastras achaflanadas, reducidas a ménsulas en uno de sus frentes. La estructura envuelve a una más pequeña que tuvo originalmente, cuyos materiales eran mampostería y ladrillo, con arcos ciegos y entrecruzados. La construcción probablemente fuera una linterna de luces para sitios inferiores o incluso una habitación para refugiarse como la de los característicos alminares musulmanes. La torre se utilizaba para vigilar el arrabal de La Galera, un edificio adosado a la torre construido en el siglo XVI.
Lugar donde iba la campana en la Torre del Espantaperros |
La torre de Espantaperros está muy bien conservada no se ha caído ninguna de sus partes solo se ha perdido la campana.
MÁRQUEZ BUENO, S. y GURRIARÁN DAZA, P.:“Tras la huella de los almohades. Reflexiones sobre las últimas fortificaciones del Badajoz andalusí”. Cuadernos de arquitectura y fortificación. Nº 0. Madrid, 2012; pp. 55-76.
VALDÉS FERNÁNDEZ, F.:“La alcazaba de Badajoz”. Extremadura arqueológica. Nº I. Mérida, 1990; pp. 263-280.
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